Voy cambiando, o será la vida que cambia a mi paso. Mi mirada cambió y con ella hasta los pequeños detalles asumen distinto protagonismo.
¿Enamorada? Los síntomas así lo podrían indicar, aunque ese no sea el término exacto. Es pasión, desenfreno, ganas de estar… con ella.
Sí, con ella. Ella es la que ocupa mi mente día y noche. Pero reconozco que es a su cuerpo al que deseo. Es a su piel tan blanca, de fresa, de melocotón; a su cabello, corto y claro como el trigo, a sus pecas, a su lunar debajo del ombligo, a sus gruesos labios, siempre hambrientos, deseables, moldeables… a su sexo, mi perdición. ¡Ummmmmh! Delicioso, el más exquisito manjar, mi regalo, mi juguete, el de los dos.
Sé que la echaré de menos, que no la volveré a ver, nunca. Malditos verbos, maldita realidad, pero será lo mejor. Al menos, eso es lo que dice ella. Lo que dice él.
Tres ahora son dos, aunque hay momentos que parecen que los tres somos uno. Dos, tres, sintiendo a la vez…
Me enseñó a sentirme diferente, a jugar con mi orgasmo, a retenerlo, a hacerlo explotar y luego… lamerlo, calmarlo y dejarlo que naciera de nuevo.
Mi diosa, con lengua de gata. Mi princesa con ojos trasparentes. Mi fantasía…
Pero también la de él y es curioso como siento que ahora lo quiero más y aquí sí hablamos de amor, pero sin dejar pasar a los celos. A esos inútiles sentimientos, que no nos dejan disfrutar, porque nos cegamos, nos dejamos que nos influyan tanto que nos volvemos vulnerables, inseguros, torpes… al no entender que el amor no es poseer, que no somos dueños de nadie, ni tan siquiera de nosotros mismos… pero eso sería otro tema, que ahora, no me preocupa.
Su llegada cambió mi mente, mi mirada… y ahora que su partida se acerca, no sé cómo el tres dejará de ser tres, para ser dos y lo que antes era tres sintiendo a la vez, sólo residirá en nuestra fantasía.
Allí habitará para siempre. Nuestra preciosa fantasía, que hicimos realidad.
©Alas de Anaïs
Aclaración: Forma parte del relato "Nuestro encuentro en México"
¿Enamorada? Los síntomas así lo podrían indicar, aunque ese no sea el término exacto. Es pasión, desenfreno, ganas de estar… con ella.
Sí, con ella. Ella es la que ocupa mi mente día y noche. Pero reconozco que es a su cuerpo al que deseo. Es a su piel tan blanca, de fresa, de melocotón; a su cabello, corto y claro como el trigo, a sus pecas, a su lunar debajo del ombligo, a sus gruesos labios, siempre hambrientos, deseables, moldeables… a su sexo, mi perdición. ¡Ummmmmh! Delicioso, el más exquisito manjar, mi regalo, mi juguete, el de los dos.
Sé que la echaré de menos, que no la volveré a ver, nunca. Malditos verbos, maldita realidad, pero será lo mejor. Al menos, eso es lo que dice ella. Lo que dice él.
Tres ahora son dos, aunque hay momentos que parecen que los tres somos uno. Dos, tres, sintiendo a la vez…
Me enseñó a sentirme diferente, a jugar con mi orgasmo, a retenerlo, a hacerlo explotar y luego… lamerlo, calmarlo y dejarlo que naciera de nuevo.
Mi diosa, con lengua de gata. Mi princesa con ojos trasparentes. Mi fantasía…
Pero también la de él y es curioso como siento que ahora lo quiero más y aquí sí hablamos de amor, pero sin dejar pasar a los celos. A esos inútiles sentimientos, que no nos dejan disfrutar, porque nos cegamos, nos dejamos que nos influyan tanto que nos volvemos vulnerables, inseguros, torpes… al no entender que el amor no es poseer, que no somos dueños de nadie, ni tan siquiera de nosotros mismos… pero eso sería otro tema, que ahora, no me preocupa.
Su llegada cambió mi mente, mi mirada… y ahora que su partida se acerca, no sé cómo el tres dejará de ser tres, para ser dos y lo que antes era tres sintiendo a la vez, sólo residirá en nuestra fantasía.
Allí habitará para siempre. Nuestra preciosa fantasía, que hicimos realidad.
©Alas de Anaïs
Aclaración: Forma parte del relato "Nuestro encuentro en México"